[vc_row][vc_column][vc_column_text]Qué difícil hablar de tendencias sin caer en la injusticia de tener una mirada parcial sobre el mercado… Pero la realidad es que sólo somos dueños de eso: un punto de vista, y es lo que me llevó a priorizar los dos ítems que desarrollo aquí abajo, medulares y transversales a todos los negocios: la inmediatez como indicador de éxito y la imagen como generadora de posicionamiento.

La inmediatez ¡lo quiero YA!

Cuando yo era niña, hace eras geológicas de tiempo, la comunicación comercial se daba por correo postal. Y había muchas anécdotas al respecto que ilustraban sobre las ineficiencias del servicio. Por ejemplo, que los carteros (“carteros”… qué palabra TAN antigüa…) combatían el aburrimiento leyendo cartas que podrían ser de su interés. En mi pueblo se contaba que el jefe de correos abrió un sobre con una carta a Papá Noel, en la que un niño pedía diez mil pesos al Colacho. Conmovido el funcionario le puso mil en la respuesta al pequeño, y fue sorprendido con una nueva carta del chiquito que acusaba de miserable al legendario benefactor. ¡Pobre Colacho!

Pero esos ya son cuentos tan lejanos que merecerían ser leyendas. Los tiempos de respuesta se acortaron tanto que las respuestas a los requerimientos deben ser inmediatas, o no servirán. No hace mucho, los procedimientos que regulaban las políticas de una empresa fijaban en varios días hábiles el plazo de respuesta. Ahora sí que eso podría marcar una ventaja competitiva importante: los que respondan antes tendrán ventaja competitiva. Algo así como “¿Quién quiere ser millonario?”, en que el premio mayor es la porción del segmento de mercado meta.

Pero ¿cómo lograr la mayor eficiencia en las respuestas? Utilizando herramientas que optimizan los tiempos de respuesta, como avanzá, que vincula a los clientes con la empresa a través de whatsapp, una aplicación conocida por todo el mundo.

La imagen: ¡para percibirte mejor!

Esa frase tan remanida de “una imagen vale más de mil palabras” quizás debería actualizarse a “millones”, pues la inflación ocurrida en relación con el reemplazo de esas palabras es incalculable. Se sabe que el hombre desarrolló significativamente su masa cerebral a partir de la última glaciación, a partir de la agudización del sentido de la vista. Y seguramente su motivación no fue estética: “¿dónde hay comida, maldita sea?”. Casi la misma inspiración actual, salvando las distancias históricas y los medios… Sí, ¡los medios de pago también!

Tanta imagen ha corrido bajo el puente, y por encima, que es difícil concretar definiciones determinantes. Sin embargo, sabemos que el 85% de los conceptos que manejamos se adquieren por la visión… ¿Usted no tiene “vidriera” (¡otra antigüedad!) en algún medio de acceso de su público meta, llámese redes, app o sitio web? Si la respuesta es “NO”, entonces no hay que preocuparse: su empresa no existe. Si la respuesta es “SÍ”, ya podemos empezar a conversar sobre oportunidad de mejora.

En el caso de los sistemas y servicios informáticos, que es mi tema en realidad, años atrás jamás se hablaba sobre estética. ¿Para qué serviría que un sistema “se viera bonito”? ¡Hombre! Ya lo sabemos, es para conectar la percepción positiva con el cliente final, y que finalmente ¡podamos venderlo! Porque si el cliente no lo siente “amigable”, sonamos. O sea que la experiencia del cliente es directamente proporcional a nuestro flujo de caja.

Maravillas de la tecnología al servicio de empresas de toda talla. Por eso, cuando elija, hágalo con la seguridad de que las empresas estamos compitiendo por servirle mejor, como con nuestro software avanzá: sencillo, amigable, intuitivo, y en su mano, porque funciona en cualquier dispositivo. Por eso tantos clientes nos eligen cada día.

Silvia Álvarez

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